CASTELLÀ – categoria A
Febrero y los almendros
La claridad se abre ante tus ojos.
Alza esa luz. Dilátala en tus dedos.
Tornea poco a poco la mañana
de este trémulo día de febrero.
¿Puedes sentir las cosas palpitando
en su asombro infantil, ese aleteo
de espigas, de libélulas y dalias
a coro en el paisaje? No te creo
cuando dices que no eres la culpable
de haber imaginado este momento.
Todo tiene tu firma. Todo exhala
la música sincera de tu acento.
Todo lo creas tú, le das un nombre,
cuando abres los ojos y, a lo lejos,
se dibujan las formas: un regato
rodeado de árboles, el cielo,
la vibración de hojas y la hierba,
el musgo, las arañas. Un intento
basta para dejarlo todo a punto
salvo por un detalle; yo te beso
y te pido que acabes, que no juegues
a dejar para el último momento
lo mejor de tu obra. Algo me falta.
Tú me besas despacio por el cuello
y me susurras, tímida, al oído
que mire más allá, aún más lejos,
por detrás de los pastos y las casas,
donde el paisaje vibra al fin completo.
Allá, en medio de nada, has inventado
la repentina forma de un almendro.
Jorge Fernández Gonzalo