CASTELLÀ – categoria B
Amarillo salvaje
Hace tiempo dejó de preocuparme encajar en el puzle
si podía bailar desnuda frente al espejo,
abrazando mi pequeño cuerpo pálido,
encontrándome en la pasión de mi mirada
y sonriendo
– labios rojos como la sangre que tengo en mis pies
por pisar cristales rotos -.
El viento juega con mi pelo
– salvaje encuentro de viejos amigos –
y siento su aliento frío en mi piel
susurrándome palabras bonitas,
y me río a carcajadas y salto de alegría
porque estoy respirando.
Me alejo de aquello que me hace daño
y en medio de la nada me quedo en silencio
– contraste absoluto con el caos rutinario –
y escucho el latido ignorado de un corazón dolido
y le canto canciones para que sepa que no está solo
que hay otros seres heridos
que nunca dejaron de palpitar.
Las nubes han hecho luto
y han llorado durante tres semanas
por mí y por todos mis compañeros,
como en un juego de niños tristes.
– Llanto lejano, lamento de la tierra,
cuerpos rompiéndose de dolor, caras desfiguradas, grito de rabia,
mirada desafiante entre el amante y la guerra -.
Yo ahora me hago llamar valiente
– irónicas palabras en días de eclipses forzados –
porque me atrevo a imaginar el color del cielo,
escuchar el sonido confuso de las olas en los acantilados
y querer lo que llevo dentro.
Aunque tenga mal los tiempos por mi metrónomo estropeado
y lleve en la mochila sucia
un diapasón roto.
He encontrado la flor amarilla más bonita del mundo,
la he guardado entre mis costillas
y quiere echar raíces ahí dentro.
Duele y me vuelvo loca
porque estoy ardiendo.
Irene Makay García
15 anys